¿Está México a punto de perder el nearshoring? La verdad que nadie quiere ver.
Trump no está jugando, está en plena ofensiva.
Está resuelto a destruir el modelo de #nearshoring en México.
Su táctica consiste en imponer impuestos y aranceles que encarecerán nuestras exportaciones y reducirán su #competitividad.
El propósito es evidente: aislar a China y establecer a EEUU como el único destino atractivo para las inversiones.
¿El destructor de su propio legado?
Trump impulsó el nearshoring al aplicar aranceles a China, incentivando a las compañías a establecerse en México.
Fue un movimiento astuto... hasta que México empezó a beneficiarse demasiado.
Ahora, busca desmantelar su propia creación, empleando las mismas estrategias para perjudicarnos.
¿Qué está haciendo México?
¿No nos damos cuenta de que somos el siguiente en la mira?
Nuestra economía está altamente dependiente de los suministros provenientes de China, y si esa conexión se interrumpe, las consecuencias para el peso y nuestra economía serían catastróficas.
Trump comprende que México es el socio comercial más importante para Estados Unidos, pero también reconoce que nuestro atractivo competitivo se basa en los costos de exportación bajos.
Si nuestros productos se vuelven más caros, ¿qué pasará?
Las inversiones se redirigirán hacia Estados Unidos.
El escenario económico está en vías de una transformación radical.
No solo estamos hablando de inflación o una moneda devaluada.
Nos enfrentamos a una estrategia pensada para aislar a México y revitalizar la industria en Estados Unidos, lo que nos dejaría con menos inversiones y más incertidumbre.
¿Podrá México transformar esta crisis en una oportunidad para fortalecerse?
El endurecimiento de las políticas hacia México por parte de la administración de Trump representa una compleja encrucijada para el país.
Por un lado, los riesgos son evidentes:
afectaciones al comercio,
tensiones diplomáticas,
posibles impactos en sectores clave como el automotriz y el agrícola.
Estas medidas pueden exacerbar desigualdades económicas y generar incertidumbre en los inversionistas, lo que podría desacelerar el crecimiento económico.
Sin embargo, cada crisis lleva implícita una oportunidad.
México tiene la posibilidad de diversificar sus relaciones comerciales más allá de Estados Unidos, fortaleciendo vínculos con otras regiones como Asia, Europa y América Latina.
Asimismo, puede ser un catalizador para impulsar reformas estructurales internas, mejorar la competitividad y fomentar la innovación en sectores estratégicos.
La unidad nacional, la resiliencia de nuestra sociedad y la capacidad de nuestros líderes para trazar un rumbo claro serán determinantes para convertir las adversidades en un motor de transformación.
El camino no será fácil, pero la historia nos ha demostrado que México tiene la fortaleza para superar desafíos. Hoy, más que nunca, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos juntos construir un futuro que priorice nuestra independencia económica, justicia social y competitividad global?

